La ingeniería de los sentidos
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29 junio 2010

La ingeniería de los sentidos

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Málaga acoge estos días el Simposio de Bioingeniería 2010. La cita reúne a más de 40 especialistas de toda España para dar a conocer los últimos avances en de una veintena de proyectos de investigación.

Acciones como subir el volumen de la televisión, encender el interruptor de la luz o pulsar el play para escuchar un disco de música pueden parecer sencillas para la mayoría, pero se convierten en auténticos retos para personas con discapacidades físicas o mentales severas.

Lo común, en la mayoría de ocasiones, ha sido optar por la asistencia y el cuidado especializado en este tipo de casos. En cambio, en la actualidad, la autonomía de personas con discapacidad comienza a cobrar importancia y se ha convertido en una prioridad tanto en los organismos, en la investigación, como en la propia sociedad.

Málaga acoge estos días el Simposio de Bioingeniería 2010. La cita, celebrada en la Sede de Unicaja y organizada por la Red Temática de Ingeniería Biomédica (REDINBIO), la Red Temática de Tecnologías de Apoyo a la Discapacidad y Mayores (RETADIM) y la Universidad de Málaga (UMA), reúne a más de 40 especialistas de toda España para dar a conocer los últimos avances en sus respectivos proyectos de investigación.

La bioingeniería es la ciencia que aplica a la biología los avances obtenidos en áreas como la mecánica, la electrónica, la telecomunicación o la informática. Gracias a su estudio se han obtenidos importantes resultados en el campo de las prótesis, la visión y el control de dispositivos que, a su vez, facilitan el día a día de personas con minusvalía.

La ingeniería de los sentidos
José Ángel Narváez, vicerrector de Investigación (centro), inauguró el Simposio. / Uciencia

El Simposio, inaugurado por José Ángel Narváez, vicerrector de Investigación de la UMA, Víctor Muñoz, director de Secretariado de Investigación y Transferencia y Pedro Ceres, coordinador de RETADIM, acoge una veintena de trabajos que van desde la domótica, hasta la manipulación de objetos o el hallazgo de sistemas que permitan reducir el temblor en casos de parkinson.

“Podemos manejar incluso un brazo robótico a través de los impulsos cerebrales”, señala el doctor Eduardo Iáñez de la Universidad Miguel Hernández de Elche.  El grupo de Neuroingeniería Biomédica ha conseguido procesar señales cada medio segundo aplicando la técnica Brain Computer Interface (BCI), que consiste en obtener a través de un gorro de electrodos las señales del cerebro ante una decisión.

En este tipo de aplicaciones donde la interacción hombre-máquina es continua el entrenamiento pasa a ser vital para mejorar y sacar el mator partido al cerebro humano.

Luis José Barrios, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), colabora en el proyecto europeo TREMOR en la reducción del temblor involuntario a causa de enfermedades como el parkinson. “Se trata, explica Barrios, de que el sistema capture no el movimiento sino la intención de hacerlo, y así cancelar el temblor”. Su grupo ha trabajado en principio con sensores aplicados a la muñeca para comprobar los impulsos generados en la extensión, aunque se han alternado con otros ejercicios más complejos como llevar el dedo desde el muslo a la nariz y viceversa.

La ingeniería de los sentidos
La primera jornada se centró en los trabajos realizados con el Brain Computer Interface (BCI). /Uciencia

Igualmente, la UMA también trabaja en el campo de la bioingeniería y, en concreto, una de sus líneas se orienta al campo de la realidad virtual. El grupo DIANA, del Departamento de Tecnología Electrónica, utiliza el BCI combinado con entornos diseñados por ordenador donde, a partir de juegos, representaciones y escenarios, se crean situaciones similares a las que el usuario puede encontrarse en la vida real. Todo ello, además, con la decisión exclusiva del sujeto, quien toma las decisiones sin estar condicionado por ningún otro factor.

Los ingenieros tienen muy en cuenta la mejora de la calidad de vida de las personas con grave discapacidad física y, por ello, se avanza de forma decidida en trabajos como el de la doctora Rebeca Corralejo de la Universidad de Valladolid. En concreto el grupo de Ingeniería Biomédica ha creado un menú para poder activar y controlar electrodomésticos como la televisión, el DVD o un reproductor de música.

Algo que para las personas sanas puede resultar sencillo, supone un esfuerzo por parte de investigadores y voluntarios a la hora de poner el sistema a punto. Como señala Corralejo, “no todos los usuarios han sido capaces de controlar con precisión el cursor para seleccionar la función deseada, necesitan de más entrenamiento. Además, añade, se han encontrado grandes diferencias en personas con discapacidades físicas y cognitivas”.

SINA, destinado a personas con parálisis cerebral, engloba una serie de aplicaciones que controlan y ayudan a sentidos como la vista o el olfato.

En ese camino de alcanzar la perfección de la captación y respuesta de los sentidos se encuentran otros proyectos como SINA de la Universidad de Baleares o el realizado por el grupo de Iñigo Iturrate de la Universidad de Zaragoza.

SINA, destinado a personas con parálisis cerebral, engloba una serie de aplicaciones que controlan y ayudan a sentidos como la vista o el olfato. Todo por medio de una simple webcam que registra la mirada o el leve movimiento de la nariz al respirar para, por ejemplo en el caso de la vista, controlar el puntero del ratón con el desplazamiento de las pupilas.

Por su parte, el doctor Iriarte y su grupo han estudiado el modo de detectar en tiempo real los impulsos cerebrales de quien observa el error en la acción de un brazo robótico. Se resume en monitorizar el cerebro de quien vigila el trabajo de un robot para en el futuro aplicarlo al desarrollo de prótesis que puedan aprender los deseos del usuario y adaptarse a las necesidades que requiera cada momento.

El Simposio acoge además el Seminario de Modelado, Identificación y Control de Sistemas Fisiológicos, donde se tratará junto a la transferencia en el sector, la bioingeniería aplicada a enfermedades neuronales y cardiacas, la insuficiencia renal, el Alzheimer o la diabetes.

Sin duda, se avanza con paso corto pero decidido en un área que mejora y aumenta las posibilidades hacia la autonomía de personas mayores y discapacitadas. El olfato, la vista o el oído ya no son sólo cosa de la biología o la medicina, la ingeniería ha llegado al terreno de los sentidos y lo ha hecho para quedarse.